Sigi Pablo no necesitó buscar una profesión. Desde niño la fotografía lo anduvo rondando hasta que una madrugada, mientras imprimía una foto en uno de aquellos cuartos oscuros anteriores a la fotografía digital, lo encontró. Entonces supo que de allí en adelante su vida estaría dedicada a tomar fotos.
Con el primer dinero que ganó, a sus diez años, compró una camarita Kodak disc 4000. Ésa fue su primera llamada. La segunda ocurrió en 1992, cuando al visitar la Ciudad de México de pronto se encontró trabajando para Nicolás Sapieha, uno de los grandes fotógrafos del mundo, de origen polaco, director entonces de la editorial México Desconocido.
Luego, ya en Colima, donde actualmente vive, se dedicó a imprimir y revelar el material de otros fotógrafos. Su tercera llamada, la definitiva, llegó una madrugada de octubre de 1999. "Un buen día, recuerda, al imprimir una imagen en el cuarto oscuro, se me reveló que lo mío era la fotografía".
Desde entonces ha venido preparándose en las nuevas tendencias y técnicas fotográficas y de iluminación. Ejemplo de ello son los cursos de iluminación artificial de Broncolor que tomó con Urs Recher (2002) y con Nadia Winzenried (2003) en Guadalajara; el curso de fotografía de alimentos con Lou Manna (2008) en Nueva York, y el de fotografía de moda con Erick Guevara (2009) que tomó en la Ciudad de México.
La fotografía, dice Sigi, "es mi vida, mi trabajo, mi manera de ver el mundo y mi forma de expresarme. No puedo ver el mundo sin pensar como fotógrafo. Digamos que la fotografía le da sentido y voz a mi existencia. Gracias a ella aprendí a ver texturas, contrastes, luces y sombras. Es como hacer una lectura personal del mundo, con la gran ventaja de que además de leer el mundo, puedo compartir mi visión con los demás".
En los últimos años, además de hacer fotografía comercial, de bodas, de retratos, viajes, de arquitectura, de publicidad y moda, decidió dar un salto cualitativo hacia la fotografía como arte con Desvelos, una serie de retratos que hizo a los artistas de Colima y la región, donde además de registrar sus cuerpos, sus rostros y herramientas de trabajo procuró, gracias a un acercamiento íntimo con los creadores revelar, de madrugada, su esencia, su verdadero ser, sin poses, sin miramientos y sin concesiones.
Sigi Pablo trabaja actualmente en otros proyectos con los que seguirá explorando su gusto por lo artístico, por ir más allá de lo meramente estético y por descubrir y expresar, como él lo ha dicho, su propio mundo de texturas, de formas, de emociones, luces y colores.
Jorge Vega